Mi instinto me dice que debo hacer oídos sordos a las críticas y ignorar a las miradas
de los demás, que cuando los demás me señalen con el dedo, les regale una de
mis mejores carcajadas. Entonces me podrán llamar pasota y me podrán tachar de insensible. Porque
llega un momento en el que todo tiene un límite, sí. Pero también llega un
momento en el que no hay lluvia que moje, así que, a partir de hoy, seré impermeable.
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